Este es el relato de parte de nuestro cuarto viaje, que resulta bisagra porque fue el primero en el que desarrollamos concretamente el tema de la planificación previa. Había que afinar el lápiz porque queríamos recorrer los atractivos de San Rafael y Mendoza Capital en profundidad. Mucho para recorrer con pocos días, requerían un buen cronómetro que nos permita conocer y disfrutar al mismo tiempo. Esto pasó en 2008, pero por suerte mi memoria todavía no falla.
Contenido de nuestro artículo
Le dedicamos 5 días a San Rafael y 4 a Mendoza.
Otro hecho a resaltar en este viaje es que fue la primera vez que me se subí a un avión. Considerando mi vértigo incipiente en cualquier altura que supere el metro, imaginen los miedos, nervios y paranoias que me invadían.
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Qué decir si encima para complicar la situación, el vuelo a poco más de despegar, comienza a dar unas vueltitas hasta que finalmente regresa a aeroparque por un inconveniente en el radar. Encima el vuelo tenía una escala, así que en mi primer viaje me comí tres despegues y aterrizajes, así sin anestesia. Llegamos bien a San Rafael, pero recién cuando tocó el avión el suelo mendocino, ¡sentí que el alma me volvió al cuerpo! jaja
Dejemos de lado esto (¡porque me vuelven los nervios!) y veamos qué hicimos a lo largo de los 5 días que anduvimos por San Rafael.
Los dos primeros días, conociendo la ciudad de San Rafael
El primero fue el clásico día que se usa para ir tanteando el terreno, averiguar opciones y cerrar excursiones en las agencias.
Recorrimos la ciudad por su avenida principal, Hipólito Yrigoyen, llegando hasta la zona del casino y el parque municipal homónimo a la arteria principal de la ciudad. Luego fuimos a las agencias para contratar 3 excursiones (Cañón del Atuel, Dique Los Reyunos y Valle De Las Leñas). Finalmente pegamos la vuelta y nos quedamos por la zona cercana al hotel recorriendo, mmm ahora que lo pienso bien luego de 10 años y mucho mucho destino recorrido… ¡¡fue un día bastante desaprovechado!!
Hablando de días desaprovechado, el segundo fue el summum del malgasto, ya que teníamos pensado conocer la estación de tren abandonada (¿ya les dijimos alguna vez que esta actividad es un clásico? junto con la de conocer estadios de futbol y OBVIAMENTE, la de sacar fotos de nuestros pies), luego almorzar y conocer algún lugar más en la ciudad o las cercanías.
Bueno, pero qué par de ilusos, jaja. Nada más lejos de la realidad, porque fuimos caminando las 10 cuadras hasta la estación (donde funcionaba un museo), sacamos las fotos de rigor, y luego buscando donde almorzar nos dimos cuenta que era domingo en horario de la siesta, o sea, estaba todo muerto y las calles sin negocios abiertos ni movimiento, solo faltaba el fardo de heno rodante al mejor estilo Far West.
Conseguimos almorzar en el único lugar abierto, y después nos quedamos con las ganas de conocer algo más, ya que la ciudad es chica y no tenía sentido caminar y pasar otra vez los mismos lugares.
Además, no sabíamos dónde podíamos tomar algún colectivo para llegar a las afueras, ni tampoco qué ir a ver, así que optamos por la opción más odiada por nosotros (al menos en la actualidad), ir a tirarnos a la cama para hacer fiaca y mirar televisión toda la tarde, hasta la noche, que nos dimos el gusto de comer una excelente pizza.
Empezando a descubrir lo bueno: el Cañón del Atuel
¡Finalmente el tercer día nos pusimos en movimiento! Hicimos la excursión que nos llevaba hacia el sur de San Rafael, para conocer el cañón del Atuel y varios diques de su entorno.
La primera parada es en la villa y represa El Nihuil, donde se puede caminar sobre el muro de contención de la represa y también podés aproximarte a la orilla del lago artificial que fue creado.
Luego fuimos recorriendo el Cañón del Atuel propiamente dicho. Es decir que fuimos por el camino que acompaña al río Atuel, el cual corre “encajonado” (obviamente que de ahí el nombre de la formación geográfica y la excursión) entre las paredes rocosas de las montañas que lo rodean.
Los paisajes que se van viendo la verdad que son hermosos, hasta incluso aparecen algunas formaciones rocosas en las que, usando la imaginación, podés encontrar muchas figuras.
En el final de este cajón, se llega a la otra represa del recorrido, la de Valle Grande, donde nuevamente se baja para sacar algunas fotos del dique y la central hidroeléctrica que allí funciona.
Ahí mismo en el embalse, queda otra de las perlas del paseo, que es conocer y sacar fotos a la formación rocosa llamada El Submarino, que emerge (viéndose en mayor o menor medida, dependiendo del nivel del agua) en medio de las aguas de Valle Grande.
Como actividades finales de la excursión, tenés 2 opciones, que son:
- Paseo en barco por el embalse
- Rafting por el Rio Atuel
En nuestro caso, optamos por el paseo, ya que teníamos una experiencia no muy grata del rafting que habíamos hecho 2 años antes en San Martin De Los Andes, así que cambiamos adrenalina y emoción por calma y contemplación.
La realidad es que el paseo en barco fue bastante aburrido y lo único quizás interesante fue cuando se aproximaba a las paredes rocosas y enfilaba hacia una zona donde el embalse se hacía estrecho. Pero, a decir verdad, si tuviera que elegir nuevamente, optaría por no hacerlo ya que no aporta nada como experiencia ni tampoco para la posibilidad de disparar fotos interesantes.
Luego de esperar que terminara el grupo que eligió el rafting, subimos todos a la combi para pegar la vuelta a la ciudad, y desde luego, aprovechar para dormir un poco en el camino de retorno.
Otro de los atractivos de San Rafael, turno del dique Los Reyunos
Esta excursión generalmente es de medio día, pero en la agencia donde la contratamos, tenían la posibilidad de que sea en día entero. Así que optamos por esta opción diciendo “dique + día entero + sol + calor = día de playa” Bueno, nada de eso… pero todavía no es momento de contarlo.
Arrancamos a la mañana, saliendo esta vez hacia el norte de la ciudad y haciendo algunas paradas en miradores a lo largo del camino hasta llegar al Dique Los Reyunos. Allí hay infraestructura como para ir a pasar el día, ya que tenés parrillas y baños.
Nosotros fuimos casi corriendo hasta llegar a la orilla del lago, ansiosos de meternos el agua (el día estaba nublado, ya lo había dicho, ¿no?) Pero no todo sale según lo planeado: metimos los pies en el agua y enseguida nos dimos cuenta que tanto ponerse la malla, iba a ser para nada; el agua estaba realmente muy fría y encima el día no ayudaba para nada, ni miras de que aparezca el sol.
No obstante eso, nos relajamos a orillas del lago, sacando fotos, comiendo y descansando un buen rato, hasta que se hizo la hora de volver a la combi y seguir rumbo al próximo punto, que fue lo mejor del día, ya que íbamos a un lugar donde se hacía tiro bungee (una mezcla de tirolesa y bungee jumping).
Desde luego que la actividad era opcional y a pesar que yo con mi miedo a las alturas no lo iba a hacer ni aunque me pagaran, Yamila estaba emocionada con esta posibilidad.
La idea de cruzar de una punta del lago a la otra a través de ese cable de acero, colgada por el arnés desde su espalda, la entusiasmaba muchísimo. ¡Era la oportunidad de sentirse como un pájaro volando!
Yo me ofrecí para darle apoyo moral, filmarla y desde luego sacarle fotos, así que aquí les dejo el correspondiente vídeo, para que puedan ver su “vuelo” sobre el lago
Cabe destacar que por momentos soplaban unas ráfagas muy fuertes, y cuando ya estaba por llegar al otro extremo, quedó frenada en las alturas por el viento.
Por suerte fue apenas un instante, ya que movieron los cables sacudiéndolos y pudieron hacer que complete todo el trayecto hasta el otro extremo sana y salva.
Pasado el momento de deporte extremo, solo quedaba emprender el retorno a la ciudad, y que obviamente otra vez íbamos a usar el viaje de vuelta para pegar una linda siesta.
El Valle de Las Leñas en su esplendor
Ultima actividad de nuestra estadía en San Rafael, pero en cuanto a paisajes, fue la más interesante y completa.
El viaje es hacia el sur de la provincia de Mendoza y con muchos kilómetros recorridos, pero las paradas constantes (tanto en la ida como en la vuelta) hacen más llevadero todo el viaje.
Durante la ida paramos en la laguna de la Niña Encantada, una pequeña laguna enclavada en un entorno único que le da el marco necesario al color particular de la misma y a toda la leyenda que de ella se desprende.
Prosiguiendo el camino, y previo a la llegada al complejo Las Leñas, se hace una parada en un almacén de pueblo, donde compramos unos de los mejores sándwiches que probamos hasta el momento: pan de campo untado con aceite de oliva y ajo, queso y jamón crudo… realmente una delicia (creo que ya me dio ganas de comer uno ahora jaja)
Con el almuerzo comprado, llegamos a Las Leñas, y realmente es raro verlo sin nieve, pierde bastante el encanto, pero no deja de ser un lugar lindo para caminarlo y obvio, almorzar nuestros exquisitos sándwiches. Acá tenés una opción, por lejos el mejor paisaje de esta excursión, que es ir en una camioneta 4×4 hasta el llamado Valle Hermoso.
El camino para llegar hasta allí es bien complicado, con subidas y bajadas abruptas, por eso se entiende el uso de la camioneta. Y les aseguro que una vez que llegás y ves ese paisaje de postal, te quedás con la boca abierta por tanta hermosura, ¡a uno le parece estar viendo un cuadro!
Después de maravillarnos y sacarnos muchas fotos, volvimos a Las Leñas donde aguardaban los que no quisieron hacer este paseo, para subir todos a la combi y hacer el viaje de vuelta.
Acá no se termina todo, porque aún quedaban 2 paradas más durante el camino:
- Pozo de las animas: Es una formación muy rara, al costado de la ruta. No existe una explicación certera del porqué de ese “cono” hundido en la tierra, que siempre tiene agua y no posee ríos ni vertientes que lo alimente. Una teoría es que por el extremo inferior, en su base, hay algún rio subterráneo que proporciona el agua constante.
- Termas de Los Molles: Es un hotel con aguas termales, donde podés tomar una inmersión de media hora. Nosotros teníamos ganas de relajar un poco, así que lo hicimos. El baño es relajante, pero lo que nadie nos dijo es que íbamos a salir impregnados de un olor a azufre que no se iba por mas ducha que nos diéramos (¡no quiero ni imaginar lo que habrán pensado el resto de los pasajeros de la combi!)
Ya después de esas actividades, no hubo más paradas, y siendo que al viaje le quedaban 2 horas hasta llegar a San Rafael, hicimos lo que el cuerpo pedía… siesta !!
Una vez en la ciudad, solo quedaba tiempo para cenar y armar la valija, listos para el día siguiente cambiar de escenario para nuestras aventuras.
Al mediodía siguiente tomamos el micro (viaje de 4hs) rumbo a la ciudad de Mendoza, pero el relato de lo que fuimos haciendo allá, se lo debemos para otra ocasión.
Por cierto, adivinen que fuimos haciendo en el viaje en micro… Sí, la respuesta es dormir, ¡creo que ya están conociendo un poco nuestras costumbres!
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2 comentarios
Que buen resumen! Muchas gracias, me viene barbaro!
Gracias!! Espero que te haya servido… sino cualquier cosa preguntanos!!!