En esta tercera y última parte, queremos dejar constancia de las actividades para hacer por fuera de la ciudad de Puerto Iguazú, en distintos puntos de la provincia de Misiones, y que están al alcance de la mano para quienes visiten dicha ciudad.
Contenido de nuestro artículo
1 • Ruinas de San Ignacio |
2 • Ruinas de Santa Ana |
3 • Ruinas de Loreto |
4 • Ruinas de San Ignacio (de noche) |
5 • Costa del Río Paraná y casa de Horacio Quiroga |
6 • Minas de Wanda |
7 • Gruta India |
Cabe destacar, que un lugar que hubiésemos querido llegar, pero por falta de tiempo y por la forma difícil de llegar (no hay bus directo y el viaje es de varias horas), no pudimos conocer y es otro gran atractivo que últimamente está dando a conocerse con fuerza en la provincia de Misiones: los saltos del Moconá.
Ruinas de San Ignacio
Lo primero que hay que saber es que el pueblo de San Ignacio está de la mano de enfrente de la terminal, cruzando la ruta. Nosotros fuimos tempranísimo, en un bus de Rio Uruguay, que partía a las 6hs.
Como dato llamativo, cabe destacar la dinámica que poseen los micros de media distancia en Misiones. Los pasajeros lo toman en cuanta parada exista en la ruta o pueblos y no importa si no hay asientos, se viaja parado, tal como lo hacemos en colectivos urbanos en Buenos Aires.
Desde información turística (pegado a la ruta) hasta las ruinas, son unas 8 cuadras. San Ignacio es un pueblo muy tranquilo pero armado, la calle principal tiene un boulevard en el medio que la hace aparentar tener un gran transito que no vimos.
Se sacan las entradas para la visita, pero además hay durante la noche, un show con luces y sonido. Dichas entradas las ponían en venta a las 19hs, y el show comenzaba a las 20hs.
El recorrido comienza con una maqueta que reconstruye lo que las ruinas hoy nos muestran en señales y que en el pasado era un gran complejo donde vivían en armonía los misioneros jesuíticos con los guaraníes, pueblos originarios de la zona.
Está muy bueno, muy armado todo, porque podes recorrerla toda sin guía, existen unos pilares con botones en diferentes idiomas que te van explicando cómo era la vida en esa misión.
Toda la recorrida puede llevar una hora y media aproximadamente.
Para el resto de los lugares a visitar durante el día, optamos por un remisero que nos llevase.
Ruinas de Santa Ana
Este predio no esta tan bueno, más si se lo compara con San Ignacio. Te dan una pequeña explicación a la entrada, con una maqueta muy similar a la de San Ignacio, que se repetirá también en Loreto.
Vale aclarar que con la misma entrada de una de las ruinas tenés 15 días para entrar en las otras totalmente gratis.
Y luego pasas a las ruinas propiamente dichas. Están en proceso de restauración, por lo que es muy difícil encontrar ruinas con un gran atractivo fotográfico, pero al mismo tiempo es interesante pensarlo en retrospectiva.
Luego nos íbamos a dar cuenta que el proceso de restauración es gigante, yendo desde el estado en el que se encuentran las de Loreto, pasando por Santa Ana, hasta que la restauración llega al estadio de las de San Ignacio, imponentes. Un trabajo gigante, con la selva acechando y tragándose todo el tiempo a los ladrillos.
Todo el recorrido dura poco más de media hora.
Ruinas de Loreto
En la entrada te recibe un guía muy simpático que te invita a ver una sala museo mientras se espera al resto de los visitantes, de ser necesario.
Nuevamente, se repite el tema de la maqueta, mostrando lo que fue esa misión en los 1600s que da una idea de lo que esas paredes de piedra significaban.
Esta visita tiene de bueno, porque si bien no se ve tanto de las ruinas, el guía (al menos quien nos tocó en nuestra visita) es muy completo en sus explicaciones, con las cuales por ejemplo, se puede entender perfectamente el tema de los estadios de restauración por los que van pasando estas misiones.
Además el guía sabía muchísimo de botánica, y estas ruinas están devoradas por la selva, por lo que la referencia a las plantas que se habían hecho dueñas del lugar, era más que importante.
Uno de los detalles más extraños en este sentido, es un árbol que se llama higuera que crece “abrazando” a otro árbol o columna de piedra… en el caso del árbol, lo comprime y lo mata, en el caso de las columnas de las ruinas, genera un trabajo extra en la restauración que atrasa muchísimo el proceso.
La visita guiada se extiende por hora y media, y si bien estuvo buenísimo que nos explicaran todo lo que en las otras ruinas no nos explicaron, quizás sí hubo una sobre información de botánica que en el último tramo se puso un poco tedioso. Igual, mas allá de este detalle, se puede calificar como una excelente guiada.
Como dato al margen, cabe destacar que luego de realizar las visitas a las distintas ruinas, se puede llegar a visitar, disponiendo de algo de tiempo mediante, al Teyú Cuare, al cual se llega luego de una por camino de ripio.
Costa del Río Paraná y casa de Horacio Quiroga
En nuestro caso, por falta de tiempo decidimos cambia el Teyú Cuare, por un tiempo de descanso en la costa sobre el Rio Paraná, lugar donde había unas mesas y una playita con linda vista del rio, pudiendo ver del otro lado del Paraná la costa paraguaya, y con el atardecer dando el toque perfecto, un momento para relajar los cuerpos y mentes.
Ya regreso al pueblo tuvimos que volver caminando en un desandar de más de 3km, camino complicado a hacer si la noche cae sobre uno, teniendo en cuenta lo profundamente densa que es la selva a cada lado del camino. Una buena experiencia aunque pueda hacerse un poco largo.
El camino en un momento desvía hacia la casa que fue del escritor Horacio Quiroga (abierta hasta las 18hs). Se ingresa por una camino de cañas, muy particular por dónde se van viendo distintos carteles que cuentan la historia de vida de uno de los escritores populares más representativos de este país.
Saliendo de los juncos se llega finalmente a la casa que fue de Quiroga, conservada de una manera impecable, y una réplica de la primer casa que hizo en ese lugar, mucho más precaria que la de ladrillos que permanece en pie.
Realmente es impresionante ver y retratar el paisaje que Horacio Quiroga tenía desde su casa, el Paraná en su esplendor, con palmeras, y plantas varias generando hermosas sombras en el atardecer.
El predio puede recorrerse en media hora.
Ruinas de San Ignacio (de noche)
Luego de visitar la casa de Horacio Quiroga, se debe cruzar todo San Ignacio para llegar a las ruinas (están en lugares casi opuestos). Se debe debe llegar a las 19hs para sacar las entradas y poder ingresar a las 20hs, antes que se complete un cupo y se deba esperar para ingresar en la siguiente tanda (a las 21hs).
Éramos tan solo 10 personas para el último show de la noche, y nos preguntábamos si no hubiese sido posible incorporarnos en la primer tanda.
A las 21hs y en forma puntual entramos al show. Se explica que van a estar guiándo a lo largo del predio con la luz de una linterna y que era importante guardar silencio en el recorrido, respetando los límites que las luces marcaban.
El show es increíble, realmente vale la pena la espera, el frio, todo… la animación en 3D sobre gases que proyectaban imágenes súper nítidas y que iban contando una historia relacionada con la misión jesuítica, fue impecable.
Quizás como critica pueda decirse que es un tanto naif la historia contada, bastante lavada de lo ideológico y la dimensión política que significó esa forma de organización en el medio de la selva, pero se entiende que debe ser en un formato turístico la apuesta.
Poco más de 40 minutos dura todo el recorrido con proyecciones de imágenes sobre las ruinas, en el aire, por todos lados, con un final impresionante con todas las ruinas iluminadas en el medio de la noche estrellada.
Minas de Wanda
Se puede llegar a las minas en un bus rumbo a Wanda, el viaje no es tan largo. En poco menos de dos horas ya se está en la entrada al camino de las minas de Wanda.
Dato a tener en cuenta es que hay que avisarle al chofer que querés bajar en las minas, no en la ciudad, porque eso sino significa entrar y alejarse muchísimo del camino a las minas.
No bien se baja uno del bus te abordan gente que quiere venderte la entrada a la mina (son más de una, nosotros fuimos a Tierras Coloradas), bajo una pequeña explicación para seguir el camino de 2km largos hasta el lugar en sí.
El camino es algo largo, extenso, pero es también bueno para conocer un poco la movida del lugar. Uno transita por un barrio de casas muy precarias donde los nenes están habituados a pedirte lo que sea.
Hemos pasado por una casa donde había un grupo de nenes muy chiquitos jugando que lograron ver la manzana que llevaba en el bolsillo de la mochila y comenzaron a pedirla insistentemente, por ejemplo.
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Los adultos y no tanto con sus emprendimientos mini de piedras y gemas sacadas de las minas que utilizan la puerta de sus casas como eventuales “locales de venta”.
En la mina te recibe un simpático guía que, ofrece dejar las mochilas adelante, en la entrada (lo que fue un alivio para las espaldas).
Tras una obligada puesta de casco en el ingreso a la caverna, hay una interesante charla respecto de todo el proceso de extracción de geodas que en su interior podían tener diversas piedras como amatista, rubelina, etc.
Luego se va a una mina a cielo abierto y de allí al negocio de la mina. Una joyería de caras piedras y un salón de recuerdos y souvenires.
La visita dura una hora aproximadamente.
Gruta India
El micro desde Wanda hacia Garuhapé son dos horas de viaje y la bajada en este ultimo pueblo es en una estación de servicio, lugar desde el que se puede aprovechar para comprar el almuerzo y llamar un remis para el traslado hasta la gruta, distante unos 6km (3km por ruta y los otros 3km por un camino de tierra y desolación).
La señal de celular se desvanece en el comienzo de ese camino, por lo que se debe pactar con el eventual remisero amigo, el horario de regreso para que te vayan a buscar.
La entrada del camping es súper barata, hay un pequeño negocio/kiosco y no mucho mas.
En la gruta se puede almorzar aprovechando la completa soledad y tranquilidad del paisaje circundante, y si bien no hay tanto para recorrer, se pueden sacar mil fotos, algunas con varios efectos que permite el techo de la gruta. Ahí bien dentro de la cueva, puede llegar a haber murciélagos durmiendo en la oscuridad de la gruta.
Otro punto donde se pueden hacer más fotos, es cruzando hacia el mirador de los saltos de agua. Ahí se puede aprovechar para descansar en los bancos del camping.
Luego de pasado el tiempo pactado con el remis, ya es momento para su arribo y que te deje nuevamente en el pueblo, el lugar adecuado para tomar el bus y volver a la ciudad de Puerto Iguazú.
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